El suelo puede definirse, de acuerdo con el glosario de la Sociedad Americana de la
ciencia del suelo (1984), como el material mineral no consolidado en la superficie de
la tierra, que ha estado sometido a la influencia de factores genéticos y ambientales
(material parental, clima, macro y microorganismos y topografía), actuando durante
un determinado periodo. Es considerado también como un cuerpo natural involucrado
en interacciones dinámicas con la atmósfera y con los estratos que están debajo de él,
que influye en el clima y en el ciclo hidrológico del planeta, y que sirve como medio
de crecimiento para diversos organismos. (Instituto Nacional de Ecología y Cambio
Climático, 2004).
•Tipos de suelos:
De acuerdo con el tamaño de sus particulas, los suelos se dividen en:
I. Gravas: Son acumulaciones sueltas de fragmentos de rocas y que tienen más de
dos milímetros de diámetro.
II. Arenas: Son materiales de granos finos procedentes de la denudación de las rocas
o de su trituración artificial, cuyas partículas varían entre 2 mm y 0.05 mm de
diámetro. No se contraen al secarse, no son plásticas, son menos compresibles que
la arcilla y al aplicárseles carga en la superficie se comprimen casi
instantáneamente.
III. Limos: Son suelos de granos finos con poca o ninguna plasticidad, cuyas
partículas están comprendidas entre 0.05 mm y 0.005 mm de diámetro. Pueden ser
orgánicos, procedentes de los ríos o inorgánicos, producidos en canteras. Su permeabilidad suele ser baja y su compresibilidad muy alta; su color varía desde
gris claro a muy oscuro.
IV. Arcillas: Son partículas sólidas cuyo diámetro es menor a 0.005 mm, con la
propiedad de volverse plástica al mezclarse con agua. Químicamente es un silicato
de alúmina hidratado, aunque puede contener silicatos de hierro o de magnesio
hidratados.
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